jueves, 12 de febrero de 2009

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Las dunas, las casas destrozadas, ese olor a cuerpos quemados que me atraviesa los pulmones como si fueran una lanza, niños que no van a la escuela y cambian sus libros por klashnikovs, soldados muertos de miedo que escuchan las bombas caer sobre sus cabezas, otros que echan de menos a sus familias y otros que jamas la volberan a ver, o al menos de una pieza...







Somos ciegos.

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